viernes, 5 de marzo de 2010

El agente y el principal


Hay, por lo menos, dos formas de conseguir que una organización funcione. Una primera consiste en decirle a cada uno lo que tiene que hacer para conseguir el fin de que se trate y pagarle a cada uno si hace lo que se le dice. Tiene la desventaja de que muy a menudo quien puede ordenar a cada uno (el que paga) no sabe qué es lo que hay que hacer para conseguir el resultado.

Otra manera consiste en dejar libertad a los individuos, para que hagan lo que crean conveniente y pagar por resultados. Tiene como desventaja que, en algunos casos, los resultados no siempre se obtienen a pesar de que los individuos tomen las mejores decisiones y trabajen de la mejor manera. Puede haber un elemento de suerte.

La economía de la información muestra, sin embargo, que la segunda manera suele ser mucho mejor para todos. Para el que cobra, la aleatoriedad en el pago se ve de sobra compensada por el mayor pago en caso de éxito. Para el que paga, el mayor pago se ve compensado por mejores resultados.

Por ejemplo, el dueño de un negocio (el principal) contrata a un experto (el agente). Si el experto hace bien su trabajo, el dueño ganará 100 o 30 con iguales probabilidades, pero si lo hace sólo cumpliendo mínimos, ganará 30 con total seguridad. Hacer bien el trabajo le cuesta 10 al experto, pero hacerlo cumpliendo mínimos le cuesta 0. El dueño no puede saber si el experto hace o no todo el esfuerzo que puede y solo observa el resultado. Si el dueño le paga una cantidad fija (20) el experto no hará ningún esfuerzo, se llevará los 20 y el dueño 10 (30 que gana menos 20 que paga).

Si, en cambio, el dueño paga por resultado, puede pagar 60 si el resultado es bueno y 20 si es regular. Si el experto se esfuerza ganará 40 en media, a lo que hay que restar el esfuerzo, que es 10, así que se queda en 30. El dueño ganará 25 en media (100 menos 60 o 30 menos 20 con iguales probabilidades).

No entender esto limita la productividad, sobre todo en la cosa pública, más reacia a pagar por resultados. En la Universidad española la mayor parte del salario depende de cumplir unos mínimos (muy mínimos) que, eso sí, están reglamentados. Las cosas que puede y no puede hacer con su presupuesto un Departamento están muy limitadas y controladas (la manera de contratar, pagar y promocionar al profesorado, por ejemplo). Si se permitiera más libertad y más presupuesto a cambio de más resultados (investigación de calidad, por ejemplo) y menos si los resultados no llegan, todo el mundo ganaría (en media, algún mediocre sin ganas de trabajar vería su salario disminuido).

Mientras no se supere el miedo a la libertad y a ser evaluado todos los esfuerzos por mejorar la universidad basados en decirle a la gente lo que tienen que hacer serán costosos y poco útiles.

9 comentarios:

  1. Te contesto en lo que me toca. Tienes razón en que no existe una auténtica autonomía universitaria, pero eso implica que no existan suficientes incentivos a la investigación. Un profesor puede "pasar" de investigar y no pasa de momento nada, que cobra un poco menos y que no podrá acceder al cuerpo de catedráticos en su vida. Pero la cosa es muy complicada especialmente por lo referente a la valoración de los sexenios, que está en entredicho en muchas áreas de conocimiento. Pero bueno eso sería todo un post...
    Buen finde

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  2. Hola, Paco:

    A mi entender, existen pocos incentivos y, en general, mal diseñados. Pocos, porque el sueldo crece muy poco con estos incentivos.

    Un sexenio de investigación es un porcentaje muy pequeño del sueldo (y vale tanto como un quinquenio de docencia, que los regalan).

    No hay manera de que un departamento pueda pagar más a un buen investigador con una plaza de funcionario. Las nuevas categorías de contrato no funcionarial han quedado como de segunda categoría (y con menos sueldo) en casi todas partes (creo que Cataluña es la excepción).

    Algunas universidades tienen complementos especiales, pero están al albur de los presupuestos de cada año y suelen ser por cuotas. De esta manera un departamento no tiene incentivo a contratar a alguien mejor que los que ya hay, porque quitaría un puesto a uno de la casa en esa cuota.

    Hay unas pocas cátedras de excelencia aquí o allá, pero son pocas y están dotadas por un tiempo limitado, así que no se puede garantizar una carrera a quien es le pueda ofrecer.

    Las habilitaciones y acreditaciones ponen un mínimo más alto del que había para acceder a las plazas, pero el efecto es que un departamento cuyo "candidato" no consigue la acreditación simplemente no saca plazas y sigue sin incentivos a contratar o promocionar con criterios de calidad.

    Pero ya conocerás el panorama que merece, efectivamente, varios posts.

    Buen finde también para ti.

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  3. Buen razonamiento empresarial. Desconozco la cuestión académica, que es algo muy específico. De todos modos siempre pensé que se debía retribuir conforme a la materialización de una labor bien realizada, dentro de sus limitaciones. En el mundo empresarial me atraen mucho las empresas donde todos sus trabajadores reparten beneficios y albures, tipo cooperativa. Saludos.

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  4. Espero que no se enoje su mercé si le digo que todo esto de la economía es según mi parecer una prueba de que Dios no existe…

    :(

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  5. Gracias, emejota, y bienvenida al blog.

    Enrique: Supongo que lo dices porque estudia la asignación de recursos en un mundo finito, mala creación de un dios.

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  6. En lo que a la universidad española se refiere, soy básicamente pesimista. La condición de empleado público del profesorado es una losa imposible de levantar. La libertad que reclamas (yo también) es incompatible con esa condición. Y hay algo que a muchos sorprende pero que es así: los universitarios vivimos tan mediocremente bien que somos la casta más conservadora que existe (tengo alguna duda con el clero)

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  7. Supongo que cada uno cuenta la fiesta como le va. En mi departamento creo haber ayudado a conseguir, a pesar de tener todo el sistema en contra, un poco de lo que propugno, y con bastante éxito, creo.

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  8. José Luis: Lo que dices te lo firmo. La asignación de recursos finitos. Nunca antes mejor dicho:

    Mala creación de un Dios...

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